La ambientación de Lo que aprendí de mi pingüino no es casual. La elección de la Argentina de 1976, en plena dictadura militar, aporta un trasfondo político cargado de tensión y censura. Esta etapa, conocida como el Proceso de Reorganización Nacional, estuvo marcada por desapariciones forzadas, represión ideológica y el exilio de miles de ciudadanos.
El protagonista, interpretado por Steve Coogan, se enfrenta a este entorno como un forastero que desconoce las reglas no escritas de un país sometido al miedo. Su inocencia inicial choca con la dura realidad: enseñar en una escuela donde los libros están censurados y la palabra «libertad» es peligrosa.
El contraste entre el profesor inglés y sus alumnos argentinos no solo genera conflictos, sino también una oportunidad única de aprendizaje mutuo. La figura del pingüino, que simboliza la vulnerabilidad y la esperanza, actúa como puente emocional.
Esta poderosa ambientación realza el mensaje de la película y la convierte en una obra no solo emocional, sino también políticamente relevante.